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  y órganos humanos son capaces de autorrepararse o incluso de regenerarse. En
  efecto, hasta muy recientemente se habían clasificado los tejidos en aquellos
  que no tienen capacidad de regenerarse por sí mismos, como el tejido
  nervioso, los que poseen escasa capacidad regeneradora, como el óseo, los que
  no tienen capacidad de regenerarse, pero están dotados de una cierta
  capacidad de autorreparación, como el músculo esquelético, y, en fin, otros
  como la piel que puede regenerarse completamente (J Clin Invest 105; 1489,
  2000). Emulando a esta capacidad biológica autorreparadora de los tejidos, se
  ha desarrollado la medicina regenerativa que busca reparar los tejidos u
  órganos que fallan e incluso reconstruirlos como si fueran nuevos. Ampliando
  el concepto  de medicina regenerativa
  se llega a la medicina reparadora, la cual, además de utilizar todas las
  modernas tecnologías de trasplantes por donación de órganos de donantes, se
  propone reparar los tejidos dañados utilizando mecanismos similares a los que
  de forma natural usa el organismo para este fin. Sin duda, la medicina reparadora marcará
  las pautas terapéuticas de muchas enfermedades, especialmente degenerativas y
  traumáticas, abriendo posibilidades insospechadas a la mejora de la calidad
  de vida de los seres humanos. De ahí la importancia que va a tener en los
  próximos años y de ahí también  el
  interés de analizarla, aunque sea de forma sucinta, como aquí se hace.         * * * * *   |